Le dije dos palabras al viento,
le susurré ¿habrá sido en vano?
A esa brisa, en un momento,
le dejé un beso en la mano.
En su alegría, ese viento despistado
liberó sin querer a un corazón
y ese torpe, risueño e ilusionado
se refugia en un poema y una canción.
Ahora el viento tiene en su tiempo
regresar a mi en su momento,
con sus brisas herméticas, que siento,
traerán consigo halagos y lamentos.
Se llevó mi verdad a su mundo
y mi mano tembló en su mano,
ese viento se fue en segundos
y dejó unos labios mojados...
Yerard Jiménez Marte
Loco mestro
Loco mestro
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